Complejidad económica y organizaciones

por | 17/02/2020

 

Hace algunos años, buscando información que me ayudara a pensar en cómo promover la intersección entre ciencia y negocios, me encontré con el lanzamiento de un trabajo de investigadores de Harvard y MIT: “The Atlas of Economic Complexity”, liderado por Ricardo Hausmann y César Hidalgo. Lo primero que me llamó la atención fue la diversidad de los investigadores, Hausmann es politólogo (originalmente físico) e Hidalgo, físico. Ambos latinoamericanos, venezolano y chileno respectivamente. 

Las ideas de sistemas complejos, y complejidad en general, siempre me habían llamado la atención, pero me resultaban muy distante para poder aplicarlas en la vida cotidiana o en mis intereses profesionales dada mi capacidad de abstracción en el tema. 

Este trabajo permitía un acceso muy llano a la temática. Definía la complejidad económica de un país por las capas de interacción que tenía la producción de un bien, y presentaba el desarrollo de una plataforma on line, pública y abierta, que recopila toda la información de importaciones y exportaciones del mundo y permite hacer un ranking de países según la complejidad de la economía. Así, por ejemplo, Japón se posiciona primero en el ranking de 129 países, Argentina se ubica en el puesto 50 y Nicaragua en el 118.

Aparte de este valioso aporte, que hoy está disponible on line (http://atlas.cid.harvard.edu/) y se va actualizando año a año, el trabajo desliza la idea de la complejidad en la creación de organizaciones. Cómo mayores interacciones de saberes tendrán mayores y mejores resultados al final del camino. Se puede leer: “La cantidad de conocimiento embebido en una sociedad, no depende de cuánto conocimiento individual exista. Depende, en cambio, de la diversidad de conocimiento que atraviesa a esos individuos y su habilidad de combinarlo, y hacer uso de este, mediante complejas formas de interacción.” El mundo necesita de la creación de organizaciones que aborden esta complejidad, organizaciones que interactúen en diversas disciplinas científicas/técnicas, que interactúen entre estos perfiles técnicos y perfiles de ejecución y que juntos interactúen en los entornos cada vez más complejos que el mundo presenta. 

 

Esta idea es luego ampliada por uno de lo autores, el chileno César Hidalgo, en su libro “Why information grows”. En el mismo, el autor marca la diferencia entre el conocimiento acumulado de forma individual con el conocimiento acumulado de forma colectiva. Este, finalmente, es el que podrá lograr economías más complejas y en consecuencia más prósperas. Teniendo en cuenta esto, podremos descubrir qué sociedades o economías han acumulado gran cantidad de conocimiento colectivo observando qué bienes y servicios producen. Y en consecuencia, aquellas economías que producen productos y servicios más complejos, necesitaron desarrollar organizaciones que contemplen esta complejidad articulando más saberes en una misma organización.

La posibilidad de generar este tipo de organizaciones requiere de cualidades profundamente humanas como la construcción de redes sociales, la colaboración en grandes grupos, la belleza de poder imaginar y como menciona Hidalgo, cristalizar esa imaginación, creando futuros. Tal vez, a estas cualidades humanas debamos agregarle el ejercicio de la compasión que nos permite encontrarnos con el otro (que a veces somos nosotros mismos) de manera más sincera, abierta y sobre todo más amable.